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Salud: 1 de cada 10 italianos sufre de fatiga constante, aquí explicamos por qué el cerebro 'amplifica' el esfuerzo.

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Milán, 16 de octubre (Saludos a Adnkronos) - Ya cansados ​​por la mañana. Le ocurre a uno de cada diez italianos: personas que se arrastran sin energía durante más de seis meses, sin sentirse mejor ni siquiera después de descansar. Es un cansancio persistente, un fenómeno que empeora con el cambio de estación y...

Milán, 16 de octubre (Saludos a Adnkronos) – Ya cansados ​​por la mañana. Le ocurre a uno de cada diez italianos, personas que llevan más de seis meses arrastrándose sintiéndose sin energía, sintiéndose incómodas ni siquiera después de descansar. Este cansancio persistente se ve agravado por los cambios de estación, especialmente durante la transición al otoño, cuando los cambios de temperatura, las horas de luz y las rutinas diarias aumentan la sensación de fatiga en muchos.

Según estudios realizados por investigadores de la Universidad de Verona, en el marco del programa de neurociencia Mnesys —el más grande jamás realizado en Italia y Europa, con aproximadamente 800 científicos trabajando en más de 90 centros en todo el país—, esto podría deberse a un cortocircuito en el cerebro, lo que lo hace menos capaz de evaluar de forma realista el esfuerzo necesario para realizar una acción. Mirta Fiorio y Angela Marotta, del Departamento de Neurociencia, Biomedicina y Ciencias del Movimiento de la Universidad de Verona, demostraron esto en personas con afecciones neurológicas en las que la fatiga es muy común, como la enfermedad de Parkinson, y en personas sanas que se sienten más fatigadas de lo normal en la vida diaria.

«La fatiga es útil; nos protege del estrés excesivo que podría ser perjudicial para nuestro bienestar físico y mental», explica Fiorio, profesor de neuropsicología en la Universidad de Verona. «Sin embargo, puede convertirse en un problema si es tan persistente que el descanso no la resuelve, o si es un rasgo de personalidad, una tendencia a sentirse cansado incluso antes de actuar. Nuestros datos muestran que existe una estrecha relación entre el cansancio y un defecto en el proceso que integra la información sensorial y motora que llega al cerebro, crucial para el control voluntario de las acciones. De hecho, cuando queremos realizar un gesto, el cerebro «predice» basándose en la experiencia las sensaciones que experimentará al realizarlo y regula la intensidad percibida».

Al estudiar a 77 personas con párkinson o trastornos neurológicos funcionales en los que la fatiga es un síntoma frecuente e incapacitante, mediante una prueba de fuerza objetivo (es decir, la presión aplicada a un dedo por un brazo robótico), observamos que en pacientes con fatiga patológica, pero no en quienes no la presentan, las sensaciones motoras se perciben con mayor intensidad de la que deberían ser, afirma Marotta, investigador del Departamento de Neurociencia, Biomedicina y Ciencias del Movimiento de la Universidad de Verona. Esto lleva al cerebro a cometer errores de predicción, atribuyendo un mayor esfuerzo a las acciones y, por lo tanto, considerándolas más agotadoras de lo que realmente son. La fatiga patológica parece surgir de la repetición de estas predicciones incorrectas asociadas con el movimiento.

Los investigadores de Mnesys estudiaron posteriormente el mismo fenómeno en la población general, analizando a 50 personas en quienes la fatiga no es un síntoma de enfermedad, sino una constante a lo largo del día. «Observaciones preliminares revelan que incluso quienes presentan una tendencia más pronunciada a sentirse fatigados en la vida cotidiana tienen menor capacidad para reducir la intensidad de las sensaciones derivadas de sus movimientos», continúa Fiorio. «Esto les hace percibir las acciones como más agotadoras de lo que deberían, lo que amplifica la fatiga y también les genera una percepción de menor control sobre sus acciones».

Esto explica, continúa el experto, «por qué la sensación de fatiga suele ir acompañada de la sensación de no ser plenamente capaces de completar las tareas que nos proponemos, como si algo nos impidiera tener el control total de nuestras acciones. Basándonos en estos hallazgos iniciales, podríamos plantear nuevas estrategias de intervención, prevención y tratamiento para mejorar la calidad de vida de quienes viven con fatiga patológica y también de quienes tienen predisposición a sentirse bajos de energía. En este sentido, una vía a explorar en futuros estudios podría ser, por ejemplo, el aprovechamiento de actividades físicas como el yoga y el pilates, que ayudan a fortalecer la conciencia corporal y podrían representar un entrenamiento útil para que nuestro cerebro prediga correctamente las sensaciones asociadas al movimiento, previniendo así la sensación de cansancio».