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La Presidencia danesa de la UE: Oportunidades y desafíos para una política agrícola sostenible

La Presidencia danesa sobre las oportunidades y los desafíos de la UE para una política agrícola sostenible 1750672303

Copenhague se prepara para guiar a la UE a través de un período de tensión política, buscando mantener vivo el debate sobre la sostenibilidad agrícola.

Al asumir Dinamarca la presidencia del Consejo de la Unión Europea, se enfrenta a importantes retos. Pretende situar el cambio climático en el centro del debate europeo, pero la pregunta es: ¿cuánto puede realmente influir en el debate en un contexto político donde la competitividad parece primar sobre la reducción de carbono? Dinamarca, que recientemente introdujo un impuesto sobre las emisiones agrícolas, pretende aprovechar su experiencia para guiar a Europa hacia prácticas más sostenibles.

¿Pero será suficiente?

Un panorama político complejo

La presidencia danesa llega en un momento crítico, coincidiendo con un intenso debate sobre el futuro de la agricultura en Europa. A pesar de sus grandes ambiciones, el gobierno danés se enfrenta a una realidad: la mayoría de los miembros de la UE se muestran escépticos ante las medidas climáticas drásticas. Las tensiones generadas por las protestas de los agricultores y el reciente giro a la derecha del Parlamento Europeo plantean dudas sobre la capacidad de Dinamarca para impulsar una agenda de sostenibilidad. Cualquiera que haya lanzado un producto sabe que Los desafíos políticos pueden ser tan peligrosos como las dificultades del mercado.

El ministro de Transición Verde, Jeppe Bruus, ha argumentado que es posible abordar simultáneamente las crisis climática y de biodiversidad, a la vez que se crea empleo y crecimiento. Sin embargo, la retórica y la realidad de las políticas agrícolas europeas son contundentes. Dinamarca ha impuesto un impuesto sobre las emisiones agrícolas, algo que ni siquiera países líderes en materia climática como Nueva Zelanda han logrado. Esto se logró mediante un acuerdo tripartito entre agricultores, el gobierno y grupos ambientalistas, pero replicar este éxito a nivel europeo resultará una tarea abrumadora.

Los desafíos del Acuerdo Tripartito Verde

El Acuerdo Tripartito Verde Danés prevé imponer un impuesto sobre las emisiones de la ganadería a partir de 2030, con el objetivo de reinvertir los ingresos en iniciativas verdes y apoyar a los agricultores. Sin embargo, el mecanismo tributario no está exento de críticas. Muchos expertos argumentan que el impuesto inicial es demasiado bajo para generar cambios sistémicos en el sector agrícola. Por ejemplo, en 2030, el impuesto será de 120 coronas danesas (unos 16 euros) por tonelada, considerablemente inferior al impuesto aplicado a la industria. ¿No es hora de preguntarnos si este es realmente el camino correcto?

Además, la dependencia de medidas voluntarias y tecnologías no probadas, como el biocarbón y los inhibidores de metano, genera más dudas sobre la eficacia del plan. Dinamarca se enfrentará a una creciente presión interna, ya que los partidos de derecha critican el sistema fiscal por temor a impactos negativos en el empleo y la producción. Esto plantea dudas sobre la capacidad de Dinamarca para liderar el panorama agrícola europeo, especialmente si su credibilidad sigue siendo cuestionada.

Lecciones y perspectivas de futuro

Las experiencias danesas ofrecen valiosas perspectivas para fundadores y gerentes de producto en los sectores agrícola y ambiental. La clave del éxito reside en la capacidad de forjar alianzas sólidas y entablar diálogos abiertos, elementos que fueron la base del Acuerdo Tripartito Verde. Sin embargo, es crucial que los líderes empresariales no pierdan de vista el panorama general ni las dinámicas políticas europeas que influyen en las decisiones. Los datos de crecimiento cuentan una historia diferente: Puede que Dinamarca no sea capaz de cambiar radicalmente las políticas agrícolas europeas, pero sin duda puede ayudar a mantener vivo el debate sobre la sostenibilidad.

Para los fundadores, lo importante es aprender a navegar en aguas políticas turbulentas, adaptando sus estrategias para afrontar la resistencia y aprovechar las oportunidades. La sostenibilidad debe verse no solo como un objetivo, sino como una oportunidad para la innovación y el crecimiento económico, algo que podría resultar vital para el futuro del sector agrícola europeo.