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La lucha contra la mutilación genital femenina en Italia

Manifestación contra la mutilación genital femenina en Italia

Una activista comparte su experiencia en la prevención de la mutilación genital femenina

Un fenómeno cultural contra el que luchar

La mutilación genital femenina (MGF) es una de las violaciones más graves de los derechos humanos, practicada en muchas culturas como signo de identidad y tradición. Riham Ibrahim, una joven activista de origen egipcio, dedica su vida a luchar contra esta costumbre, que afecta a millones de mujeres en todo el mundo. Su historia comienza en Milán, donde vive y estudia química y tecnologías farmacéuticas, pero su compromiso va mucho más allá del camino académico.

El papel del formador comunitario

Riham es un “formador comunitario”, una figura clave en la creación de un puente entre las instituciones y las comunidades locales. En colaboración con ActionAid, se compromete a concienciar a las mujeres inmigrantes sobre los riesgos y las consecuencias de la mutilación genital. “La clave es escuchar”, dice Riham. “Necesitamos comprender sus necesidades y preocupaciones, sin juzgar”. Este enfoque le ha permitido establecer un diálogo constructivo con las mujeres, muchas de las cuales realizan estas prácticas por razones culturales y de pertenencia.

Un posible cambio

El Día Internacional contra la Mutilación Genital Femenina, que se celebra el 6 de febrero, es una oportunidad importante para reflexionar sobre esta cuestión. Según estimaciones de la ONU, aproximadamente 68 millones de niñas corren el riesgo de ser víctimas de esta práctica en 2030. Riham relata un momento especialmente significativo: “Una mujer se abrió a mí y me contó su experiencia. Después de nuestro encuentro, ella decidió no permitir que su hija sea mutilada. “Este es un cambio poderoso porque significa romper el ciclo de violencia para las generaciones futuras”.

La cultura como barrera y oportunidad

Riham subraya que la mutilación genital femenina suele estar vinculada a un concepto de identidad cultural. “Cuando estas prácticas se convierten en parte de la identidad de uno, es difícil separarlas de otras costumbres. Sin embargo, es posible hacer reflexionar a las mujeres sobre otras formas de identidad que no incluyan la violencia”. Su misión es clara: promover el cambio cultural a través de la educación y el diálogo, para que las mujeres puedan elegir libremente su propio destino, sin estar sometidas a presiones externas.