Veintiséis muertos. Un autobús destrozado. Cachemira nuevamente en caos. Y el mundo observa, aunque no demasiado de cerca.
India Pakistán, la mecha del ataque y la respuesta militar
El 22 de abril, un autobús turístico explotó en Pahalgam. Murieron veinticinco ciudadanos indios y un nepalí.
En las montañas y los ríos de Cachemira, la sangre ha comenzado a fluir nuevamente. Un grupo hasta entonces desconocido, autodenominado Frente de Resistencia, se atribuyó la responsabilidad del ataque.
Delhi no perdió el tiempo. Misiles, ataques dirigidos. Atacados objetivos terroristas en Punjab, Pakistán, y en seis localidades más a lo largo de la línea de control. Las imágenes que circulan muestran humo y chapas metálicas, pero también civiles: muchos. Y no termina ahí. Islamabad respondió afirmando que había derribado cinco aviones indios. Él tiene habla abiertamente de “acto de guerraPrometió una respuesta “contundente”.
India e Pakistan. Siempre ellos. Nacidos de la misma fractura, en 1947, y unidos por una región que los desgarra: Cachemira. Hermosa tierra, atormentada y nunca verdaderamente libre. La línea que los divide –la línea de “control”– es una de las más militarizadas del mundo. Pero es una línea que no controla absolutamente nada.
India y Pakistán: las profundas razones de un conflicto que sigue ardiendo
No es solo un ataque. Es la historia que se repite, más dura que antes. Desde que el Maharajá eligió elIndia Contra la voluntad de su pueblo musulmán, la ira nunca se ha calmado.. Guerras en el 47, en el 65, en el 99. Y entre tanto, disturbios, ataques, silencios. Luego, en 2019, India eliminó el estatus especial de Cachemira. ¿Autonomía? Finalizado. Delhi promete integración, pero allí suena a ocupación.
El atentado de abril rompió el frágil equilibrio de los últimos años. Vuelven los turistas, menos tiroteos, más control. Pero no hizo falta mucho. Eso fue suficiente. Ahora se habla de tratados suspendidos, como el de las aguas del Indo. De visas canceladas. De espacios aéreos cerrados. De mercancías que ya ni siquiera pasan por terceros países. Pequeños gestos, grandes señales.
¿El problema? Nadie sabe a dónde conduce todo esto. Modi prometió perseguir a los responsables “hasta el fin del mundo”. ¿Pero hasta dónde puede llegar? Y si entonces el Pakistan ¿Está reaccionando? Ambos tienen armas nucleares. Pero también una opinión pública que llama a la venganza.
La paradoja siempre está ahí: Cachemira, el paraíso en la tierra, sigue prisionera de dos narrativas opuestas. Y los que viven allí, una vez más, están en el medio.